Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
En la primera lectura escuchamos que Abraham hospeda a tres caminantes desconocidos. Notemos que, aunque son tres los caminantes, Abraham les dice “Señor”, habla con ellos como si se tratara de una sola persona. Este antiquísimo párrafo del libro del Génesis hace referencia a la Santísima Trinidad. Al recibir a los peregrinos, Abraham recibe a Dios mismo.
El Evangelio también habla acerca de la hospitalidad; Marta y María hospedan a Jesús. Las actitudes de las dos hermanas es muy diferente: Marta, muy afanosamente se dedica a preparar bastantes cosas para el servicio del huésped; en cambio, María, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Podemos decir que hay dos formas de atender a una persona: la atención material, que se refiere a la preocupación por el bienestar externo del huésped; y la atención de corazón, que acepta a la persona en sí misma, y se abre completamente a su mensaje.
Hoy Cristo ha venido a visitarnos, quiere hospedarse en nuestros corazones, desea hablar con nosotros, ojala nos encuentre bien dispuestos y atentos; y que, aun en medio de tantas cosas y pendientes, le prestamos atención y escuchemos su mensaje. Dediquémosle tiempo al Señor, nuestro invitado especial.