He venido a traer Fuego
En la primera lectura, encontramos el precio que tuvo qué pagar el profeta Jeremías por hablar con la verdad. Él pedía que su pueblo no enfrentará la Guerra porque llevaba las de perder. Sin embargo, sus palabras fueron rechazadas y él fue castigado al ser arrojado a un pozo. Hubiera sido fácil para el profeta Jeremías permanecer en silencio. Pero el Espíritu le hizo interpelar a los líderes y decirles que estaban errados y que ellos le hacían sufrir por ello.
Por otro lado, en el texto del evangelio de hoy nos revela las dificultades que suelen venir acompañadas con el compromiso de la fe. Generalmente, tenemos la idea de que la predicación de Jesús es un mensaje centrado en al amor, la Misericordia y la compasión, y de hecho así es. Pero la fe también implica dificultades, incomprensiones, persecuciónes y críticas, para aquel que se compromete con ella. La fe no le trae al discípulo de Jesús una paz tranquila y fácil, sino una fe con lucha, tensión y contradicción, porque el discípulo debe seguir al maestro por el camino de la cruz.