El 2 de Noviembre de cada año, conmemoramos el día de todos los Fieles Difuntos. Unidos en oración, encomendamos a parientes y amigos a Dios en ese nuevo proceso de transformación de la vida terrenal a una vida mejor.
Mis queridos hermanos(as) lo cierto es que con la muerte la vida de nuestros familiares y amigos, se ha transformado y es ahora apacible, feliz, tranquila, sin sufrimientos ni dolor. Los muertos se van de nuestra presencia, y como personas de fe que somos creemos que van a un lugar muchísimo mejor, la vida eterna.
Estamos en la vida y tenemos una misión que cumplir, cada día hacemos nuestro esfuerzo por llevar a cabo esa misión, y aquellos, los que con nosotros ya no están, es porque ya la cumplieron. Su misión en la tierra ha sido cumplida.
Allá en la casa del Padre todo es paz y tranquilidad, allá el tiempo es eterno. La muerte ya no tiene dominio porque Dios creador nos ha sacado de las tinieblas, enviándonos desde su inmenso amor a Jesucristo su hijo unigénito como luz del mundo.
"La Muerte es la compañera del amor, la que abre la puerta y nos permite llegar a aquel que amamos".
(San Agustín)