El tema del fin del mundo despierta gran interés en cada generación que pasa por esta tierra. ¿Cuándo sucederá esto? ¿Cómo podemos prepararnos? Incluso científicos dedican gran parte de su tiempo a calcular el tiempo de vida de nuestro planeta. Para la fe cristina también ha sido un tema de gran interés desde los comienzos de la predicación de los primeros discípulos de Jesús.
Las posturas ante este tema han sido muy diferentes, desde los que niegan todo y aseguran que nada sucederá, hasta los que aseguran que el fin es inminente y urge estar preparados para enfrentarlo. Una reflexión importante es la que nos ofrece la palabra de Dios de este domingo. El profeta Malaquías anuncia tiempos difíciles, pero también tiempos de esperanza para los que confían en Dios. San Pablo escribe a los Tesalonicenses para que no vivan con temor o descuidando cosas importantes de la vida, como el trabajo cotidiano, poniendo como pretexto que el fin del mundo puede suceder en cualquier momento. El cristiano ha de vivir para ganarse el sustento, confiando en Dios, siendo creyentes maduros y sólidos y dando testimonio del amor de Dios.
Por su parte, en el evangelio de hoy, Jesús anticipa la destrucción del Templo de Jerusalén; las calamidades y persecución son imágenes de la destrucción del antiguo orden y el comienzo de uno nuevo. Sin embargo, los que perseveren con fe y esperanza no tienen nada que temer, pues vivirán en el Señor.