La fiesta de Cristo Rey reconoce el triunfo de Jesús, ese Jesús quien declaró la verdad con sus palabras y con su vida. "Cuando se trata de una verdad definitiva, la postura más adecuada es la modestia, el silencio, la reverencia, sin demandar, ni gritando para condenar". ¿Cuál fue la postura de Jesús ante Pilato, cuando se le pidió testificar a su favor? No lo hizo como un superhéroe, respondiendo a la fuerza física con más fuerza física. Su reino no es de este mundo. Pero eso no quiere decir que no tenga poder.
Tenemos que comprender el origen de su poder, que no es de dominio de los demás, sino de amor y servicio. La participación en los sagrados misterios de la vida de Jesús, preparan nuestros ojos para poder ver su reino y poder vivir allí nosotros mismos.
Jesús no discute los cargos presentados contra él. Simplemente se opone a la pretensión de autoridad de quienes lo rodean. Define poder, como un atributo de Dios y su reinado va más allá de los pequeños territorios terrenales. Jesús libera a Pilato de su autoridad, tan fácil como el padre quita un juguete de las manos de su hijo. Él expone la mentira del poder mundano, y Pilato, un hombre astuto, en una silla inestable, lo reconoce. Al cierre de cada año litúrgico la Iglesia celebra a "Cristo Rey" para dar testimonio de que sabemos al menos tanto como el procurador de Jerusalén sabía. Con este título, reconocemos que la autoridad de este mundo debe ponerse a los pies de la soberanía Divina. Tú y yo ejercemos mucho poder en este mundo. Y también somos responsables de cómo la usamos para el que es su fuente y cumbre.