En la Sagrada Escritura, el Espíritu Santo es llamado con distintos nombres: Don, Señor, Espíritu de Dios, Espíritu de Verdad y Paráclito, entre otros. Cada una de estas palabras nos indica algo de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Es “Don”, porque el Padre y el Hijo nos lo envían gratuitamente: el Espíritu ha venido a habitar en nuestros corazones. En Él tenemos acceso al Padre por el Hijo.
El Espíritu es “Señor” y “Espíritu de Dios”, que en la Sagrada Escritura son nombres que se atribuyen sólo a Dios, porque es Dios con el Padre y el Hijo.
Es “Espíritu de Verdad” porque nos enseña de modo completo todo lo que Cristo nos ha revelado, y guía y mantiene la Iglesia en la verdad (cfr. Jn 15, 26; 16, 13-14).
Es el “Paráclito” (Consolador, Abogado) prometido por Cristo, que es el primer Paráclito
En el CREDO rezamos. algunas de las expresiones bíblicas con las que se nombraba al Espíritu. Al decir que es “dador de vida” se refiere al don de la vida divina dado al hombre. Por ser Señor y dador de vida, es Dios con el Padre y el Hijo y recibe por tanto la misma adoración que las otras dos Personas divinas.
Al final, también el credo menciona la misión que el Espíritu realiza entre los hombres: “habló por los profetas”. Los profetas son aquéllos que hablaron en nombre de Dios movidos por el Espíritu para mover a la conversión a su pueblo.
Nosotros creemos en el Espíritu Santo, y este mismo Espíritu sigue actuando en cada uno de nosotros.
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