El profeta Jeremías levanta la voz contra aquellos pastores de su pueblo que no han cumplido con su deber. Aquellos que debían cuidar, proteger y guiar al pueblo de Dios, se han preocupado solamente de ellos mismos, tanto los encargados de gobernar como los líderes religiosos. Sin embargo, Jeremías también anuncia una gran noticia: El Señor mismo será su pastor y guía, y él no los defraudará, el reunirá a los que se habían perdido y los protegerá.
El evangelio de marcos nos presenta a Jesús como ese buen pastor preocupado siempre por el bien de sus discípulos. Por eso se lleva a sus apóstoles a un lugar solitario, para que descansen después de haber predicado, para que recuperen fuerzas. Pero también atiende la necesidad de aquella multitud que lo busca para escuchar su Palabra, y no andar más como ovejas sin pastor.
¡Ay de los malos pastores! Ha gritado el profeta Jeremías. Que esta advertencia no sea para nosotros por ser padres descuidados, trabajadores irresponsables, o cristianos dispersos que vagan como si no tuvieran al Buen Pastor que los busca y los protege. Confiemos en que Dios no nos dejará a la deriva… imitemos su ejemplo en ser pastores responsables en aquello que nos corresponde hacer hacia los demás.
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