La misericordia del Señor es la disposición de Dios a compadecerse de nuestros sufrimientos y miserias a causa de nuestros propios pecados. Es la capacidad que Él tiene de conmoverse de corazón ante nuestras miserias solidarizándose con nosotros y brindándonos remedio para nuestros males, así como otorgándonos su perdón… Él nos trata con afecto y ternura, no como merecen nuestras culpas, sino con piedad, amabilidad y consideración.
La misericordia del Señor en nuestro favor, no la podemos entender sino como fruto del amor eterno que nos profesa. No la merecemos. Él nos la ofrece gratuitamente y nos invita a ser misericordiosos con nuestros hermanos como Él mismo nos da ejemplo. “Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia” (Mt 5,7).
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