Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna”.
La cruz se ha convertido en el signo más distintivo del cristianismo, y quizá por eso ya estamos a habituados a verla en las iglesias, en las casas y en las personas que la llevan consigo colgada al cuello. Y la costumbre muchas veces nos lleva a olvidar el verdadero valor y significado de este signo para nuestra vida. La cruz nos recuerda el gran sacrificio que hizo Jesús, el Hijo de Dios, al permitir que le mataran de una forma cruel y dolorosa. En la cruz Jesús llevó el castigo que merecíamos cada uno de nosotros por nuestros pecados... y lo hizo por amor.
Durante este tiempo de Cuaresma, especialmente los viernes, meditamos y rezamos el viacrucis, el camino de la cruz. Con esta oración pedimos perdón por nuestros pecados y nos unimos a los sufrimientos que Cristo padeció para poder enfrentar nuestros propios sufrimientos y sacrificios. Es hacia Cristo Jesús a quien alzamos nuestra mirada buscando fuerza para llevar las cruces que vienen a nosotros en las dificultades de la vida. También le miramos buscando alegría y felicidad en nuestro peregrinar y buscando vida eterna más allá de la muerte.
Comments