El salmo 47 empieza con estas palabras: “Aplaudan, pueblos todos, aclamen a Dios con voces de alegría”. Como podemos ver, existe la tradición religiosa de expresar la alegría y la emoción en las celebraciones aplaudiendo con las manos. En el misal romano se enfatizan ciertos momentos durante la celebración que piden una respuesta entusiasta de la asamblea, una respuesta a menudo llamada “aclamación” en las rúbricas.
Es verdad que Los aplausos no están incluidos en los libros litúrgicos, pero tampoco está expresamente prohibidos en ellos. Aquí en San Mateo tenemos la costumbre de acompañar con el aplauso a los instrumentos musicales durante la Eucaristía. El aplauso se une al canto como modo justo de manifestar ese júbilo y agradecimiento a Dios. Todo de una forma equilibrada, sin perder el objetivo principal que es alabar a Dios y de expresar la adoración o el júbilo a nuestro Padre Celestial.
P. Martin
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