Cuarenta días después de Navidad, celebramos la Presentación del Niño Jesús en el templo de Jerusalén, dando cumplimiento a los preceptos de la Ley y la Tradición mosaica. La Sagrada Familia: San José, María y el niño Jesús van a darle gracias a Dios y a realizar la consagración del primogénito.
Esta joven familia, en el ámbito sagrado del templo y movida por el Espíritu Santo, se encuentra con el pueblo de la Antigua Alianza representado en los personajes proféticos de avanzada edad: Simeón y Ana. Ambos ancianos reconocen en el Hijo de María el cumplimiento de las promesas de Dios en favor del pueblo de Israel y de todas las naciones.
Este acontecimiento dio origen a la fiesta de La Candelaria. María la madre de Jesús, con su Hijo en brazos, es portadora de esa gran luz, la luz de Cristo, destinada a iluminar a los hombres de todos los tiempos y de todas las regiones del mundo.
El Antiguo y el Nuevo Testamento se unen y tienen continuidad en este misterio gozoso de salvación que nos invita a salir al encuentro de Jesús que ha venido a rescatarnos y a dar su vida por nosotros.
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