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Tres verdades que se derivan de nuestra fe trinitaria y cristocéntrica. Por nuestro bautismo participamos de la vida divina de Cristo que nos hizo sus hermanos e hijos de Dios… por eso nuestra vida no termina cuando dejamos de respirar puesto que somos herederos de la patria eterna.
Los bienes espirituales de unos miembros de la Iglesia se comunican a los otros formando un fondo común en provecho de todos. El más mínimo de nuestros actos, hecho con caridad, repercute en beneficio de todos; así como nuestras plegarias, en una solidaridad entre los bautizados, vivos o muertos… Unos peregrinamos aun en esta tierra, otros, ya difuntos, se purifican; mientras muchos ya gozan de la gloria de Dios en el Reino Celestial.
Todos unidos en una sola Iglesia: los triunfantes, los purgantes y los peregrinantes. Los vivos pedimos por los muertos y los santos interceden por nosotros.
Vivamos estos días de noviembre reforzando nuestra fe en Dios, nuestra esperanza en la vida futura, pidiendo por nuestros familiares difuntos y practicando la caridad como lo hicieron los santos que nos anteceden en el cielo. Amen.
P. Claudio
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