Los evangelios nos cuentan cómo Jesús solía acercarse a los publicanos y pecadores. Entraba en sus casas y se ponía a comer con ellos. Los fariseos se asombraban de esta aceptación y relación con los pecadores. Pero Jesús, adivinando sus pensamientos, les dijo: "No son los sanos los que necesitan del médico, sino los enfermos... Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".
En cada encuentro con esta gente de mala fama, rechazada y señalada por la sociedad, la mirada que Jesús deja sobre el pecador, es una mirada de compasión y misericordia. No es una mirada que juzga, que condena o humilla, sino una llamada a la conversión, a empezar de nuevo. "Vete en paz… y no vuelvas a pecar", le dice Jesús a los que perdona.
También nosotros somos pecadores, hemos fallado. Por lo cual también estamos invitados a experimentar esa misericordia que viene de Dios, por medio del examen de conciencia, del Sacramento de la Confesión. Confiemos en el perdón y misericordia de Dios, pero también hagamos lo posible para no seguir pecando.
P. Tarcisio
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