El día 25 de Enero celebramos como Iglesia la fiesta de la conversión de San Pablo. Esta fiesta nos hace recordar la historia de las personas que conocieron a Cristo y cambiaron sus vidas. También podemos celebrar la historia de nuestra propia conversión personal a Dios. Las personas cambiamos significativamente cuando nos encontramos con el Señor o cuando Él va al encuentro de la persona como fue el caso de San Pablo.
Encontrar a Dios nos cambia porque Él nos llama a cambiar. En el caso de San Pablo, de perseguidor, se convirtió en apóstol de Cristo. Además, la gracia de Dios lo llevó a buscar la comunión con otros cristianos. Esta es nuestra experiencia como creyentes. A medida que crecemos en la vida espiritual comprendemos, cada vez más, que la gracia recibida es para ser compartida con los demás.
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