El 31 de Mayo celebramos la fiesta de la visita de la Virgen María a Santa Isabel (Lc 1, 39-56).
El encuentro de dos mujeres favorecidas por Dios, se ha conmemorado desde los mismos comienzos de la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente. Pero fue hasta la reforma del calendario, después del Concilio Vaticano II, que la Visitacion dejo de celebrarse el 2 de julio y fue trasladada al 31 de mayo, entre la Anunciación y el Nacimiento del Bautista.
En el s. XVII San Francisco de Sales afirmó: “María dejó la soledad de Nazaret y emprendió el viaje hacia Ain Karem, llevando a Dios en su entraña, como una pre-eucaristía, fue la primera procesión del Corpus la que se inició aquel día, y ella, María, la primera custodia, la más bella que ha existido en la tierra.
También nosotros somos portadores de Dios, y si El habita en nuestro interior, debemos dejar, como María, una estela de su presencia a nuestro paso”.
La Virgen se levantó con presteza y se dirigió a las montañas de Judea para enseñarnos la prontitud con que se ha de corresponder a las inspiraciones divinas y ejecutar la voluntad de Dios. Y el cantico de María, “El Magníficat” es un profundo reconocimiento de su pequeñez y un desbordamiento de su amor a Dios, hecho alabanza.
Comments