En el Tiempo de Cuaresma los cristianos nos preparamos espiritualmente para uno de los acontecimientos más importantes de nuestra fe, LA MUERTE Y RESURRECCIÓN DE JESUS.
Este tiempo no es para sufrir y estar tristes, sino para ir anticipando poco a poco la alegría de la gran fiesta cristiana, que es la Pascua, la Resurrección, la victoria de la vida sobre la muerte.
Con mucha frecuencia nos vemos inmersos en medio de tantos problemas cotidianos, que pareciera que el tiempo de cuaresma, entendido como tiempo de privaciones y sacrificios, se prolongara más allá de los cuarenta días que debiera tener.
Muchos cristianos vivimos con intensidad este tiempo, especialmente la Semana Santa. Nos conmueve recordar cómo Jesús humildemente lavó los pies de sus discípulos para dejarles una de las lecciones más grandes, la del amor al prójimo. Nos duele verle sufriente en el camino de la cruz y ver cómo terminó sus días colgado de una cruz, por anunciar un mensaje de amor, perdón y paz. Pero tenemos dificultad para llegar al domingo de resurrección, temenos dificultad para reconocer que su sepulcro ha quedado vacío, porque ha resucitado.
Dispongámonos pues a caminar en esta cuaresma hacia el gran anuncio de la vida,
LA RESURRECCIÓN DE CRISTO.
Fr. Tarcisio
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