Este día nos hace recordar el barro del que fuimos hechos: “Dios formó al hombre con polvo de la tierra” (Gen 2,7). Y se nos recuerda enseguida que ése es precisamente nuestro fin: “Con el sudor de tu frente comerás tu pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado. Sepas que eres polvo y al polvo volverás." (Gn 3,19).
Abraham dijo: “en verdad soy polvo y ceniza (Gén 18, 27). En Jonás la ceniza es el signo de la conversión de los habitantes de Nínive (Jon 3, 6). En Job es explícitamente signo de dolor y de penitencia “hago penitencia sobre el polvo y la ceniza"(Jb 42,6).
Recibir la ceniza es nuestra respuesta a la Palabra de Dios que nos invita a la conversión. Por eso cuando nos acerquemos a recibir las cenizas, meditemos muy bien en nuestro corazón las palabras de la Biblia: “Arrepiéntete y cree en el Evangelio” (Mc1,15) y “Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver” (Gén 3,19).
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