Lecturas Dominicales:
Is 55, 10-11; Rom 8, 18-23; Mt 13, 1-23
Con la Parábola del Sembrador Jesús nos invita a revisar nuestros corazones para aceptar las semillas del Reino. El lugar donde crece la Palabra de Jesús es cada uno de nuestros corazones. Por eso es necesario que estén disponibles para que fructifique el reino de Dios en ellos.
El Reino de Dios se nos da en semillas. Dios todo nos lo da en semillas. Es decir, en posibilidades. Sembró nuestra vida, para que crezca y madure. Sembró en nosotros el amor, para que nosotros lo hagamos fecundo. La semilla del Reino y de la Palabra de Dios depende de cada uno de nosotros. Estamos llamados a dar fruto.
Dios siembra buena semilla. Y Dios es buen sembrador. Démosle gracias por tantas semillas que han fructificado en nosotros. Nuestro corazón no debe estar duro porque su Palabra quedaría en la superficie. Tampoco debe estar lleno de enredos y superficialidades porque ahogarían su Palabra. En este día pidamos ser tierra buena donde la Palabra pueda sembrarse, y dar así mucho fruto.
P. Martin
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