La respuesta inmediata es: prepararnos a celebrar la NAVIDAD, es decir, el Nacimiento de Jesucristo. El hijo de Dios que se hizo hombre para redimirnos.
Nos podemos preparar tanto de manera espiritual e interna, como de manera material y externa. Disponiendo nuestro corazón mediante la oración y la escucha de la palabra de Dios. Y activando nuestras manos para hacer la corona de adviento, el Nacimiento tradicional o Belén; para adornar el arbolito y hacer obras buenas a nuestros prójimos más necesitados.
También podemos rezar y vivir la novena o las tradicionales “Posadas” y preparar los regalos y la cena familiar, sin olvidar La Pastorela, los villancicos y las piñatas.
Recordemos que el centro de nuestras fiestas decembrinas es: El Niño Dios, a quien los pastores de Belén reconocieron y los Magos de oriente adoraron. El vino en nuestra historia y volverá, lleno de gloria, al final de los tiempos para culminar su obra en nuestro favor.
P. Claudio
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