Se trata de examinar nuestra conciencia en oración ante Dios. El fin del examen no es angustiarse con las culpas sino reconocerlas con seriedad y confianza en Dios para confesarlas sabiendo que seremos perdonados. Dios es un Padre amoroso que nos hace ver el pecado para darnos la gracia del arrepentimiento y perdonarnos.
Todos los días experimentamos nuestra limitación de una forma o de otra. Deseamos ser buenos padres de familia y nos impacientamos, anhelamos ser mejores esposos y fallamos, queremos ser perfectos y nos equivocamos, pretendemos ayudar a nuestros amigos en necesidad, pero no lo hacemos.
Todo esto nos lleva a tocar la verdad del ser humano que es criatura limitada. Por eso nos reconocemos pecadores delante de Dios, para encontrarnos con su misericordia y pedir que el Espíritu Santo pueda purificarnos con su amor para obtener la reconciliación con Dios y con el prójimo.
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