El Profeta Ezequiel comunica que Dios plantará un renuevo tierno en una montaña alta de Israel, que crecerá hasta dar sombra y vendrán a cobijarse toda clase de pueblos. Anuncia la reconstrucción de la nación, porque ese renuevo tierno es un rey que unirá y defenderá a su pueblo.
San Pablo se vale de la imagen del destierro para defenderse de varias acusaciones y les recuerda a los corintios como fue su estancia entre ellos y cuáles fueron sus intereses, para que ellos disciernan lo falso de lo verdadero.
Las parábolas son ejemplos simples que hacen pensar y, nos enseñan verdades sobre el Reino de Dios. La primera habla de lo que todo campesino sabe, pero no domina ni puede determinar: el crecimiento y desarrollo de la semilla que ha esparcido. Algo similar ocurre con el Reino de Dios que crece misteriosamente hasta transformar a las personas de manera tal que dan frutos extraordinarios.
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