La corrección fraterna es muy importante para el progreso espiritual y moral de la comunidad cristiana. Entre hermanos, debemos vivir el perdón y la misericordia que Dios nos ha mostrado en Cristo, Nuestro Hermano Mayor.
Todos somos pecadores y participamos de la corresponsabilidad eclesial de ver unos por otros para que nadie se pierda. La comunidad debe dar una oportunidad nueva de reintegrar, solidaria y fraternalmente, a quienes han errado, a quienes han cometido faltas graves contra Dios o contra la familia de los Hijos de Dios.
Siempre siguiendo el método de Cristo, con ternura, delicadeza y caridad… Rechazando el pecado, pero tendiendo la mano al pecador para que se convierta y viva. Nunca deseando su muerte… y en un ambiente de oración, siempre buscando su salvación.
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