El Profeta Jeremías, nos habla de una Nueva Alianza, superior a la que hizo Dios con Abraham y con el pueblo de Israel. Una Alianza que será definitiva y eterna, en los últimos tiempos, cuando envíe al Mesías! Alianza perfecta, cuando ponga su Ley en los corazones y se base en la obediencia a sus mandatos. ¡La cual perdonará nuestras culpas y pecados y nos llevará de la mano a la vida eterna!
La carta a las Hebreos nos completa lo que nos dijo Jeremías, indicándonos que el hacedor de esta nueva Alianza con el Padre Dios la realiza el Hijo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz, perdonando nuestras culpas y pecados de manera total y gratuita, y enseñándonos a obedecer, para de esta manera lograr la salvación y vida eterna!
Finalmente, el Evangelio nos aclara todavía más, que Jesús, el Hijo amado del Padre, nos enseña con su ejemplo el camino de la salvación y del cumplimiento de la nueva Alianza, padeciendo y muriendo en la cruz, como el grano de trigo que debe morir para tener fruto y dar vida.
El motor de la nueva Alianza es el amor, y con el amor y todos los dones y frutos del Espíritu Santo, el cumplimiento de la voluntad salvífica del Padre amoroso que es a la vez nuestro Dios y Señor, será un manjar y una delicia, como lo fue para Jesús, nuestro salvador y cabeza de la Iglesia, que decía a sus apóstoles, que para Él era un alimento delicioso el hacer ¡la voluntad de su Padre!
Ojalá que meditando en la salvación que Nuestro Señor Jesucristo nos ganó con su pasión y Resurrección, nos decidamos a vivir cada día apegados a la obediencia amorosa de la voluntad de Dios, haciendo siempre lo que es bueno, justo y de acuerdo al gran Mandamiento del amor, y buscando siempre ¡la gloria de Dios en todas las acciones de nuestro diario vivir! ¡Amén!
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