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sandraalvaradocsm

¿Qué nos dice la Palabra de Dios este Domingo? 27 de Diciembre


A la mayoría de nosotros nos gusta mantener las cosas simples. En la vida elaboramos un plan y luego, paso a paso, intentamos ponerlo en práctica. Educación, trabajo, formar una familia, ahorrar y luego jubilarse. Suena tan fácil y directo, ¿no? Nuestros planes generalmente no incluyen contingencias imprevistas. Tal vez te eduques para una carrera que ni siquiera existe en 10 años. Tal vez la familia que formes, infelizmente se deshaga después de un tiempo. Tal vez acumules ahorros que se gastaran cuando haya dificultades financieras. Quizás no vivas lo suficiente como para jubilarte.


A pesar de la incertidumbre de nuestros planes, seguimos haciéndolos. ¿Cuántos de ustedes tienen una lista de tareas pendientes? Hacemos un plan cada día cuando nos levantamos y esperamos llevarlo a cabo, artículo por artículo y hora por hora.

Como la mayoría de las parejas, Abraham y Sara habían contado con tener hijos. Tras largos años de decepción, se enfrentaron a una vejez sin herederos. Entonces Dios hizo la promesa de cambiar milagrosamente su destino. Llegó el niño que haría a sus descendientes como estrellas en el cielo. La paternidad en los últimos años no es el destino habitual, pero la palabra imposible no está en el diccionario de Dios. No era un plan simple. Pero cumplió muy bien los propósitos divinos.


Las circunstancias que rodearon el nacimiento de Jesús tampoco fueron simples. La concepción antes del matrimonio no es el plan habitual. Aceptar la paternidad de un hijo tampoco es propio. Pero lo más atípico de esta situación fue la concepción de una virgen y la adopción de un Hijo divino. María y José se estaban saliendo del esquema normal de las cosas para abrazar este plan familiar único: este plan de la Sagrada Familia. Simeón, un hombre que se había pasado la vida esperando la actividad atípica de Dios, y Anna, una profetisa acostumbrada a detectar marcas divinas cada vez que las veía, bendijeron y anunciaron la revelación de este niño. En lo que a ellos respecta, su proyecto de vida se concretó con la llegada de Jesús. Pero claro, eran el tipo de personas a las que no les importaba cuando Dios se desviaba a la vista sin previo aviso, o les llamaba con noticias que lo cambiaban todo.


Simeón tuvo claro que la gran noticia contenía su propia porción de dolor: para María y José, por los amargos enemigos del niño y también por sus devotos amigos. Como el viejo Abraham podría recordarnos, debemos comprometer nuestra fe los últimos limites; Imposible NO es una palabra que Dios reconozca.

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