
CUARTO DOMINGO DE CUARESMA
Seguimos en tiempo de Cuaresma, ya casi alcanzando la meta anhelada, con nuestros ojos fijos en una sola esperanza: La Pascua… la resurrección de Jesús, nuestra propia resurrección.
Hoy el Evangelio nos habla de la misericordia de Dios que transforma y regenera la vida humana. La paz de Dios genera paz en nuestras relaciones fraternas.
La parábola del Hijo Prodigo (o del Padre Misericordioso), puede releerse como la paradoja de los hermanos. La vida cristiana no es una oposición entre los hijos, sino comunión fraterna: El mayor y el menor de los hijos vuelven a caminar juntos. El mayor representa el esfuerzo, la fidelidad y el servicio. El menor representa la gracia, la conversión y la misericordia. El que ha regresado y el que nunca se fue deben reconciliarse y seguir viviendo en comunión con el Padre. La Cuaresma quiere llevarnos a reconciliarnos con Dios y también con la Iglesia que es nuestra familia eclesial.
P. Claudio
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