Hoy, el evangelio nos presenta una primera aparición de Jesús Resucitado a los discípulos la noche de Pascua, en El Cenáculo… y otra que tiene lugar ocho días después. Es decir, ambas en Domingo. A pesar de la resurrección los discípulos se encierran llenos de miedo, pero al ver a Jesús y recibir su paz se llenan de alegría.
La resurrección de Jesús nos implica a todos los bautizados, no solo a los primeros discípulos que fueron testigos presenciales en esos encuentros con el Resucitado: “Felices los que crean sin haber visto”.
Cristo nos comunica su vida nueva, de amor intenso, capaz de transformar el mundo. La enseñanza dada a Santo Tomás supone un beneficio para nosotros. La Fe nos pone en una relación muy hermosa con El… más profunda que la visión material y física de su cuerpo resucitado. En efecto también nos confía una misión de dar testimonio de su triunfo sobre el pecado y la muerte, para llevar su paz y alegría en nuestro hoy y en nuestro aquí de nuestra propia realidad.
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