
El desierto en la Biblia es el lugar del encuentro entre Dios y su pueblo. En la necesidad material, contando solamente con lo indispensable para vivir, es donde se experimenta esa presencia consoladora por parte de Dios.
Así lo vivió el pueblo de Israel y Moisés les ordena recordar fielmente ese periodo de su historia. Para no olvidar quien les lo ha guiado hacia la tierra prometida. Es allí donde, también Jesús vive un periodo de purificación antes de iniciar su vida pública. Para superar los peligros a los que se iba a enfrentar, con la fama, el poder, los milagros… Jesús quiere encontrarse con Dios y discernir su plan divino sobre él.
El tiempo de Cuaresma nos invita también a ir al desierto, entendido como un lugar solitario, sin distracciones, para revisarnos a nosotros mismos, todo lo que hacemos y cómo lo hacemos; para discernir el plan de Dios sobre nosotros. No tengamos miedo y dejémonos guiar por el Espíritu, para enfrentar nuestras pruebas, esas ideas y proyectos engañosos que solemos tener en la vida. No es tiempo perdido; pues Jesús mismo dijo: “No sólo de pan vive el hombre…”.
Fr. Tarcisio
Comments