Jesús se dirige a los fariseos y no a todos los judíos. La alegoría del pastor y del rebaño habla de estos dirigentes religiosos y políticos de su tiempo, que tenían un agran responsabilidad, para cuidar, alimentar y guiar. Bien sabemos que el que es dueño del rebaño, defiende a sus ovejas hasta dar la vida por ellas; pero un pastor asalariado no le interesa si comen lo suficiente, si están a salvo o no, y en caso de peligro escapa. ¿Era así como se comportaban los fariseos en el ejercicio de su ministerio? El profeta Ezequiel lo dirá con estas palabras: “hay de los pastores que se apacientan a sí mismos” (43,2).
Siempre esperamos que gente que está a cargo de otros, especialmente en tareas de liderazgo y servicio, como médicos, padres y madres de familia, trabajadores sociales, sacerdotes y ministros sagrados, se dediquen responsablemente a los que confían en ellos. Los cristianos no tienen otro modelo que Jesús, el Buen Pastor. Él era todo corazón para con las personas, y estuvo dispuesto a ir tan lejos como hasta dar su vida por ellas. Todos los que tienen responsabilidad para con otros debieran ser como él.
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