La sabiduría convoca a todos, ofrece una vida recta y consciente que lleva a la felicidad. Los convocados al banquete de la sabiduría son los faltos de juicio, los ignorantes. Aprender a vivir es una tarea que implica recibir de la experiencia y esforzarse por superar la ignorancia.
El apóstol San Pablo hace hincapié en la falta de reflexión y en la superficialidad. Por eso se manifiesta en contra de la embriaguez e invita a llenarse del Espíritu Santo que nos hace lúcidos y no distraídos.
Jesús da un paso más en la revelación del misterio de su propia persona. El discurso que presenta a Jesús como el pan de vida, se refiere a la Eucaristía como alimento sacramental. Comer la carne y beber la sangre del Señor es unirse con el creador y tener, por medio de él, ya desde ahora, la vida eterna.
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