Muchas veces nuestra vida nos puede parecer tediosa y rutinaria. Podemos caer en la depresión y el sin sentido, si solo vivimos por ambicionar los bienes materiales que quisiéramos alcanzar… como el asalariado que solo trabaja por el interés de la paga (Primera lectura).
En el Evangelio se nos muestra como era la jornada diaria de Jesús, aunque su trabajo era abrumador por la gente que le buscaba y le seguía… Entregado de lleno a su misión buscaba tiempo para estar a solas con Dios. Comenzaba de madrugada con la oración y de ese encuentro con su Padre sacaba fuerza para anunciar la Buena Nueva, para sanar a los enfermos y de acogerles con ternura, y para no caer ante la tentación de un falso mesianismo.
En la segunda lectura: San Pablo nos ensena a imitar a Cristo, trabaja en la evangelización sin otro interés materialista o monetario, ni de vano protagonismo. Solo por amor a Dios y enfocado en que todos conozcan a Jesús y le reconozcan como El Mesías que da verdadero sentido a la existencia de todo ser humano.
Para El Apóstol, llevar a todos el mensaje de salvación es su pasión y su única paga: “Ay de mi si no anuncio el Evangelio”
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