La Ascensión de Jesús a los cielos
Jesús regresa al padre, se despide de sus discípulos, haciéndoles esta promesa: “…y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”. Éstas son sus últimas palabras en el evangelio de Mateo, justamente tal como el mismo Mateo nos había asegurado en su primer capítulo, que Jesús es nuestro “Dios-con-nosotros”. Él se queda ahora con nosotros, pero de otra manera: por medio de su Espíritu, en la comunidad de creyentes, que es su cuerpo; en los signos de pan y vino en la eucaristía; dondequiera que la gente se reúna en su nombre, como lo estamos haciendo aquí en este momento; también en los pobres y débiles de nuestros días.
La misión de compartir su mensaje continúa en la vida de cada cristiano. Y esa predicación ha de ir acompañada de obras de bondad para ayudar a los que necesitan el mensaje de esperanza, y a los que pasan necesidad material para su sustento. La fiesta de la ascensión también nos recuerda que Jesús se adelanta para prepararnos un lugar. Nos recuerda que más allá del dolor de la muerte está la esperanza de la vida eterna.
P. Tarcisio
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