En la celebración de la Santa Misa, después de la oración del Padrenuestro, el Sacerdote dice: Líbranos, Señor, de todos los males y concédenos la paz en nuestros días. La paz que pedimos a Dios debemos realizarla como hermanos. La pedimos y la ofrecemos. Es inseparable el amor a Dios y a los hermanos y debemos perdonarnos como Dios nos perdona. Este saludo de paz, o beso de la paz, es un rito litúrgico.
El sacerdote dice: "La paz del Señor esté siempre con ustedes" y el pueblo responde "Y con tu espíritu".
Luego, el sacerdote o diácono dice: "Ofrezcámonos mutuamente el signo de la paz" y la asamblea intercambia un signo de paz. Gesto mediante el cual expresamos, por medio de un apretón de manos, que estamos en paz y libres de enemistades con nuestro prójimo. Este intercambio es simbólico. Compartir la paz con las personas alrededor nuestro representa, tanto para nosotros como para ellos, la totalidad de la comunidad de la Iglesia y de la humanidad entera. Entre nosotros, el gesto habitual es un apretón de manos, antes de la comunión. La Palabra escuchada y acogida ha dado como frutos la reconciliación y la paz a toda la comunidad.
P. Claudio