VI Domingo del Tiempo ordinario.
Mas que el cumplimiento, al pie de la letra, de las leyes religiosas y morales, Jesús quiere que vayamos más allá… al espíritu de la ley. Es decir, vivirlas y practicarlas por convicción, desde nuestra voluntad y libre albedrio. Desde nuestro corazón.
Porque Jesucristo es la plenitud de la revelación de Dios y en la misión de salvar la humanidad y llevarla a la plenitud de la vida eterna, quiere darle plenitud a la ley del amor.
No basta cumplir los mandamientos y dejar de hacer lo prohibido. Es necesario también caminar en un proceso de constante superación y perfeccionamiento. Detenerse en este sentido es retroceder.
Nuestro amor a Dios es sincero solo si nos lleva a amar de verdad a nuestro prójimo y a vernos y tratarnos como hermanos. Nuestra ofrenda a El no es agradable si permanecemos enemistados.
P. Claudio
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