El pasaje del libro del Deuteronomio que leemos hoy nos presenta con toda sencillez el camino de la sabiduría y de la inteligencia. Se trata de vivir obedeciendo la Palabra de Dios. El sabio es el que vive escuchando siempre a Dios.
La Carta de Santiago nos dice también que la verdadera escucha de la Palabra de Dios consiste en obedecerla, es decir, en ponerla en práctica. Así, el culto verdadero es el que establece una concordancia entre los labios y el corazón; el que brota de un corazón apegado a Dios y se apiada de los necesitados.
En el pasaje del Evangelio que leemos este domingo, Jesús nos remite a nuestro corazón, pues de él brota lo mejor y lo peor de nosotros mismos.
Jesús le dio mucha importancia a la pureza del corazón; incluso la hizo objeto de una bienaventuranza de ver a Dios eternamente y gozar de su gloria.
En cambio, la impureza de corazón consiste en separarse de Dios. La impureza de corazón mancha y corrompe la conciencia, destruye la coherencia de vida y conduce a la muerte espiritual. Sagrado Corazón de Jesús, dános un corazón semejante al tuyo.
P. Claudio
Comments