En el libro de la Sabiduría el escritor sagrado ha pedido a Dios que le conceda la sabiduría de la vida, la prudencia, y feliz comprueba que se la ha concedido. También el salmo 89 nos hace cantar estas peticiones:
“Enséñanos a ver lo que es la vida, y seremos sensatos...”.
“Llénanos de tu amor por la mañana y júbilo será la vida toda…”.
“Haz, Señor, que tus siervos y sus hijos puedan mirar tus obras y tu gloria.”
Esa sabiduría es la que buscaba aquel hombre rico que se acercó a Jesús. Pero no le gustó la respuesta y prefirió seguir con su vida como la llevaba hasta ese momento, aunque se marchó triste y apesadumbrado porque no podía renunciar a la satisfacción que le daban sus riquezas. Lo que debemos hacer para alcanzar la vida eterna, es aprender a vivir con sabiduría, la que nos enseña a ver lo que es la vida y nos vuelve sensatos… a vivir con amor y júbilo cada mañana… a admirar las obras de Dios, cumpliendo sus mandamientos.
Hoy la palabra de Dios nos reta seriamente: ¿Dónde ponen ustedes su corazón? ¿Dónde ponen ustedes su propia seguridad? ¿Qué es lo que da valor a su vida y la hace digna de vivirse?
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