DIOCHOSO QUIEN CONFÍA EN EL SEÑOR
La primera Lectura (Jer 17,5-8), nos habla de una maldición o una bendición. Por medio del profeta, Dios pide a su pueblo escoger entre dos caminos, poner toda la confianza en el ser humano, o poner toda la confianza en Él. La experiencia del profeta asegura que sólo quien pone su confianza en Dios estará a salvo y producirá fruto, porque Dios no falla a sus promesas.
El evangelio también nos presenta dos caminos, uno que lleva a la bienaventuranza, a la dicha, y otro que lleva a la desgracia. (Lc 6,17.20-26): ¡Felices Ustedes!… ¡Ay de Ustedes! Considérate dichoso y afortunado, dice Lucas, si eres o has sido pobre y rechazado, porque entonces estás abierto todavía a Dios. Porque las personas que atraviesan dificultades son generalmente más abiertas a los demás, más receptivas a la ayuda y al amor de Dios y de los hermanos y, por consiguiente, son también más abiertas para ver las necesidades de otros y para ayudarles; ya que saben por experiencia lo que significa ser pobre, preocupado, afligido y dependiente de otros. En cambio, los autosatisfechos no se abren fácilmente a Dios, ni tampoco a las necesidades de otras personas. Jesús llama dichosos a los pobres, no por su difícil situación, sino porque Dios está de su parte. Su sufrimiento no durará para siempre. Dios les hará justicia.
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