Lecturas Dominicales:
Ex 17, 8-13;
2Tim 3, 14-4,2;
Lc 18,1-8
En el Evangelio Jesús se pregunta si, para cuando Él regrese de nuevo, va a encontrarnos como personas llenas de fe. Vivimos tiempos en los que parece que la fe va disminuyendo, o, en muchos casos, hasta se va perdiendo. ¿Será posible encontrar esa fe de los que confían de verdad en Dios, y hace justicia a los que claman a Él?
La historia del juez injusto y la pobre viuda ilustra y pone de relieve la importancia de la perseverancia y la insistencia. Jesús se dirige a nosotros, los creyentes, para invitarnos a comprobar la calidad de nuestra fe, si tenemos esta fe, la de los hijos que confían plenamente en Dios.
Es preciso orar siempre y sin desanimarse. Esa constancia y fidelidad en la oración, es signo de una fe verdadera. Siendo perseverantes en la oración y en las buenas obras, conservaremos la fe y la transmitiremos a las generaciones futuras, de modo que, cuando Jesús vuelva, encuentre esta fe en la tierra.
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