La palabra divina empezó creando el mundo como signo y realidad de lo que vendría después. Esta palabra va a aparecer al final de la historia del pueblo de Dios manifestándose como una persona que se revela como Palabra. Bajo esta misma perspectiva podemos ver el gesto del profeta Eliseo, anunciando ya el pan que dará vida al mundo.
La unidad no es algo que deba imponerse porque no es algo externo; la unidad se genera desde las actitudes de vida que el Espíritu de Dios va suscitando en el corazón del cristiano y éste procura cultivar. Trabajemos por la unidad de todos los cristianos, y oremos pidiendo al Señor este magnífico don.
El milagro de la multiplicación de los panes lo usará admirablemente Jesús como un signo de la auténtica Eucaristía. Las comunidades cristianas así lo van a entender, dejándose llevar por el significado que el mismo Jesús explicará en la sinagoga de Cafarnaúm.
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