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P. Claudio

Reflexión de la Palabra de Dios, Domingo 20 de Febrero de 2022


En la primera lectura, David reconoce que Saúl, en ese momento su enemigo y persecutor, es, sin embargo, el ungido de Dios como rey de Israel… y por ello, no quiere atentar contra él y le perdona la vida.

San Pablo insiste, en recordarnos que la auténtica vocación humana es llegar a ser perfecta imagen de Dios, pasando del Adán terrenal al Adán celestial y teniendo siempre como prototipo el ejemplo vivo de Cristo Resucitado.

Y es el mismo Jesús quien en el Evangelio según San Lucas, nos enseña cómo debemos ser verdadera imagen de Dios, siendo compasivos y misericordiosos a través del mandamiento del amor a los enemigos y del perdón a los agresores… más no por el odio, la venganza o el desquite, sino exactamente como Cristo nos ha dado ejemplo: Amando sin medida y sin distingos, como Él nos amó… y, no sólo a nuestros familiares y amigos, pues es preciso también y de modo imperativo: Amar a los enemigos, a quienes nos agreden y difaman, a quienes nos ofenden o no pueden devolvernos un favor. Esto parece inhumano, parece ilógico, pero es posible y debe ser el distintivo de los seguidores de Cristo.

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