¿Dios castiga?
Lecturas Dominicales:
Ex 3, 1-15;
1Cor 1-12;
Lc 13, 1-9
Hoy, tercer Domingo de Cuaresma, es el domingo de la purificación. Debemos purificar la imagen que tenemos de Dios y también purificar nuestra propia persona por medio de la conversión. Jesús en el Evangelio nos aclara que Dios no castiga ni se vale de las desgracias de los demás para advertirnos de algo.
La salvación no depende de los acontecimientos externos, sino que viene de nosotros mismos, de nuestra capacidad de conversión. Las palabras de Jesús hay que entenderlas en este sentido: “¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante.”
No debemos deducir que aquellos que murieron es porque fueron “castigados” por sus pecados, y si nosotros, que tal vez nos sentimos a salvo, no nos convertimos, nos estamos encaminando a nuestra propia perdición. Porque no es el Señor quien castiga, sino que nosotros nos afectamos a nosotros mismos cuando nos alejamos de Dios, la fuente del Bien.
Fr. Martin
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