El camino de Emaús comienza con el alejamiento de Jerusalén. Los dos discípulos, Cleofás y su compañero, se alejan poco a poco del lugar donde experimentaron el gran dolor de la pasión. La comunidad de Jesús también se aleja, una comunidad que, sin el Maestro, ya no significa nada para ellos.
Jesús acepta el hospedaje que le ofrecen los dos discípulos y allí se les da a conocer. Allí, en su propia casa, en la mesa, les renueva el signo de la última cena. Los discípulos lo reconocen en la fracción del pan, es decir, su amor que llegó hasta el extremo de dar la vida. Y fue ahí, en el sentido de su pasión, donde lo reconocieron.
Los discípulos regresan a Jerusalén Con el corazón transformado, con una nueva visión de la cruz, con una nueva fuerza, después de que primero andaban tristes, los discípulos regresan a Jerusalén, al mismo lugar de la Pasión, que tanta frustración les trajo. y allí retomaron su camino de fe.
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