5o. Domingo de Cuaresma.
Nos preparamos a celebrar la muerte y la resurrección de Jesús.
La liturgia de hoy nos presenta la Palabra de Dios para iluminar situaciones sombrías de nuestra existencia. No estamos solos ante estas realidades. Dios siempre nos acompaña, pues en El vivimos, nos movemos y somos. Y el mismo Espíritu de Dios suscita en nosotros, por nuestra fe en Jesucristo, la confianza que nos asegura que, pase lo que pase, nuestro fin último es la vida.
El sacerdote y profeta Ezequiel levanta el ánimo de los que sufrían el destierro en Babilonia (Primera lectura). San Pablo nos recuerda a los cristianos que hemos recibido el Espíritu que da vida y nos levanta de la postración mortal en la que nos sumerge nuestro egoísmo (Segunda lectura), y Cristo nos declara y nos demuestra que Él es la resurrección y la vida, resucitando a su amigo Lázaro (Evangelio).
P. Claudio
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