La primera lectura nos invita a meditar la pedagogía que Dios ha empleado con nosotros, para educarnos y venir a nuestro encuentro. Miremos nuestra historia personal de salvación y agradezcamos la gracia de hacernos sus hijos y mantener viva esa conciencia en todo momento.
La segunda lectura explica que nuestra tarea de vida es el aprendizaje de nuestra adopción divina, con Cristo resucitado como modelo. Ser consecuente con esto es la misión integral de la Iglesia, y de cada bautizado.
Por el evangelio sabemos que los cristianos por el bautismo somos hijos de la Santísima Trinidad y de ella tomamos nuestro alimento y nuestra fuerza. Todo gracias a la presencia de Jesús con cada uno de nosotros porque así lo ha prometido: “Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”
P. Martin
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