Primera Lectura (Is 45, 1.4-6): Un Pagano, Instrumento del Plan de Dios. El rey Ciro, sin saberlo, sirve a los planes de Dios liberando a los judíos del exilio, porque Dios es el Señor de la historia.
Segunda Lectura (1 Tes 1,1-5b): Palabras de Aprecio. San Pablo da gracias a Dios por la joven comunidad cristiana de Tesalónica; es una comunidad ideal de fe, esperanza y amor.
Evangelio (Mt 22,15-21): Iglesia y Estado. Pertenecemos a las dos ciudades: a la humana y a la de Dios y debemos dar a cada una lo que le es debido. Los valores del evangelio deben ser nuestra guía.
El evangelio nos narra cómo los fariseos quieren poner una trampa a Jesús, con la pregunta de si es lícito pagar o no tributo al César, es decir, los impuestos que se pagaban al imperio romano. Si Jesús hubiese dicho: “¡Se debe pagar!”, podrían acusarlo entre el pueblo de ser amigo de los romanos. Si Él hubiera dicho: “¡No se debe pagar!”, podrían también acusarlo a las autoridades romanas de ser un subversivo y rebelde contra la autoridad civil.
Sin embargo, Jesús va directo y sin rodeos con su respuesta: “¿De quién es esta imagen y la inscripción en la moneda?” Ellos responden: “¡Del César!”. Al decir esto, estaban reconociendo la autoridad del cesar, de sus leyes y obligaciones; usaban sus monedas para comprar o vender y hasta para pagar el tributo y las ofrendas del templo, por eso debían cumplir con lo que ya habían aceptado. Pero también deben “Dar a Dios lo que es de Dios”, o sea practicar la justicia, la honestidad, ayudar al necesitado… sin buscar el mal de nadie; cumpliendo con sus obligaciones como ciudadanos, pero respetando y viviendo sus valores religiosos.
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