Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras.”
El profeta Malaquías hace una crítica muy fuerte contra los dirigentes religiosos de su pueblo, Israel, quienes no cumplían con su función de pastores. Olvidando lo esencial de su función religiosa, buscaron el poder y el bienestar propio, antes que su obligación de instruir y acompañar a su pueblo en los mandatos del Señor.
El Evangelio de hoy aplica estas ideas a los letrados y los fariseos del tiempo de Jesús. A ellos Jesús les dice que “atan fardos pesados e insoportables y se los cargan a los demás, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para llevarlos”. Y recuerda a sus discípulos que no se deben dejar llamar “maestro” ni “padre” ni “jefe” porque uno sólo es el padre de todos y uno sólo el maestro y uno sólo el jefe. La autoridad en la Iglesia es un servicio. Y el que no sirve, pierde automáticamente su autoridad, y no es digno de llamarse, obispo, padre, sacerdote, pastor, ministro, guía espiritual.
¿Cuál es el título que llevas tú? Maestro, padre, madre, jefe, hermano, esposo, amigo, ¿tu forma de ser y de comportarte con los demás, corresponde a la dignidad de ese nombre que llevas?
P. Tarcisio
Soberbia v.s Humildad. Somos muy dados a sentirnos alagados por el titulo que nos identifica como alguien con autoridad. Sin embargo, este sentimiento egoista va en contras de todos los fundamentos del amor al projimo. No debemnos de ver abajo a nuestros semejantes, al contrario debemos de ayudarlos con nuestros acervo cultural que nos has dado la educacion profesional. Humildad ante todo, ser pobre de espiritu es lo que se nos pide si queremos realmente ser un seguidor de Cristo.