… ésta, en su pobreza ha echado todo lo que tenía para vivir”
En teoría, podríamos decir, que los pobres son para la Iglesia lo que fueron para Jesús… los consentidos, y los primeros que han de atraer nuestra atención e interés. ¡Pero eso es solo en teoría! Ya que en realidad esto no sucede así. Y no es cuestión de ideas, ni ponernos de acuerdo, sino de sensibilidad ante el sufrimiento de los débiles, de los pobres. En teoría, se tendría que decir que todo cristiano tiene preferencia por los pobres. La cuestión aquí es saber qué lugar ocupan realmente los pobres en la vida de la Iglesia y de nosotros los cristianos.
En la Iglesia hay muchos grupos, muchísimos organismos, congregaciones, misioneros, voluntarios laicos, que no solamente se preocupan de los pobres, sino que, impulsados por el mismo espíritu de Jesús, dedican su vida entera y hasta la arriesgan por defender la dignidad y los derechos de los más desvalidos; pero ¿cuál es la actitud nuestra…?
Mientras solo se trata de aportar alguna ayuda o de dar un donativo no hay problema. Las limosnas nos tranquilizan para seguir viviendo con buena conciencia. Los pobres empiezan a inquietarnos cuando nos obligan a cuestionarnos en el tipo de vida que nosotros llevamos.
Es probable que entre nosotros no sea tan visibles el hambre y la miseria. Lo más evidentes es la vida injustamente marginada y poco digna de los pobres. En la práctica, los pobres de nuestra sociedad carecen de los derechos que tenemos los demás; no merecen el respeto que merece toda persona; no representan nada importante para casi nadie. Encontrarnos con ellos nos inquieta. Los pobres desenmascaran nuestros grandes discursos sobre el progreso y ponen al descubierto el egoísmo de nuestra caridad. No nos dejan vivir con buena conciencia. El pasaje Evangélico en el que Jesús alaba a la viuda pobre nos deja avergonzados a quienes vivimos satisfechos en nuestro bienestar. Nosotros tal vez damos algo de lo que nos sobra, pero esta mujer que «pasa necesidad» sabe dar «todo lo que tiene para vivir». Cuántas veces son los pobres los que mejor nos enseñan a vivir de manera digna y con corazón grande y generoso.
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