El profeta Isaías da un anuncio de bendición a Jerusalén que regresa del exilio. Es un canto de regocijo por la restauración, una prosperidad integral, material y espiritual que provoca que el profeta se llene de gozo. La restauración incluye la naturaleza y a las personas que se ven aquejadas por impedimentos físicos: ciegos, sordos y paralíticos.
El apóstol Santiago nos enseña que la discriminación a los pobres es incompatible con la fe cristiana. Discriminar es ir contra la voluntad misma de Dios porque el Creador no desprecia a nadie. La acepción de personas es contraria a la ley, y no podemos ir en contra de la alianza.
Jesús quiere llevar su mensaje de salvación a todos los pueblos. El Señor pone su saliva en la lengua del hombre sordo y tartamudo para curarlo. Luego Jesús da una orden en arameo “ábrete”, con el que devuelve la salud al enfermo. Como Dios al principio de la creación, Jesús es alabado por la muchedumbre como aquel que hace todo bien.
P. Martin
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