Primera Lectura (Is 63,16b-17; 64,1.3-8): En nombre de su pueblo sufriente y desalentado, el profeta Isaías proclama su confianza en Dios: El pueblo merece su suerte, pero no hay situación desesperada cuando podemos contar con un Dios salvador.
Segunda Lectura (1 Cor 1,3-9): Pablo ve la vida de un cristiano como la de alguien unido ya con Cristo y, sin embargo, anhelando su venida gloriosa hasta el retorno final del Señor.
Evangelio (Mc 13,33-37): Los cristianos habrían de estar siempre listos para lo inesperado, pues pueden encontrar al Señor en cualquier momento: en la gente, en los acontecimientos de la vida y hasta en la muerte. ¿Estamos despiertos y dispuestos para responder a su venida?
“Velen y estén preparados… No vaya a suceder que llegue de repente nuestro Señor y nos halle durmiendo…”. Esta es la fuerte invitación que nos hace el evangelio de Marcos al comenzar este tiempo de Adviento, Tiempo de preparación para la Navidad, para celebrar la encarnación del Hijo de Dios.
La pandemia que ha afectado nuestro mundo a lo largo de este año, nos ha hecho recordar la fragilidad de la vida. Nos sentíamos seguros, hacíamos planes, podíamos reunirnos y salir a donde queríamos, pero de pronto llegó este virus invisible afectando la salud de millones de personas y todo cambió; para protegernos hemos tenido que mantenernos alerta en todo momento, seguir normas estrictas de higiene y distanciamiento… hemos tenido que convivir con el miedo de contagiarnos. Y esta experiencia nos ha hecho mantenernos alerta. NO podemos descuidarnos y bajar la guardia.
Este primer domingo de adviento nos recuerda la venida definitiva de nuestro Señor, cuando al final de nuestra vida saldrá personalmente a nuestro encuentro. ¿Estaremos preparados? Esperemos que sí. Y como no conocemos el momento exacto en que este encuentro sucederá, es preciso vivir cada día como si fuera el último de nuestra vida.
Commentaires