Lecturas Dominicales:
Is 2, 1-5; Rom 13,11-14; Mt 24,37-44
La Palabra de Dios no nos dice cuándo será el fin del mundo, lo que sí nos dice es cómo hemos de vivir para estar preparados: Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujurias ni desenfrenos, nada de pleitos ni envidias, más bien, se nos exhorta a ser prudentes, a vivir con dignidad.
Todos hemos de morir y el fin del mundo para cada uno es su propia muerte. Igual que no sabemos cuándo será el fin del mundo, no sabemos en principio cuándo será nuestra muerte.
Es importante ser conscientes de esto y tratar de vivir cada día en la verdad, el bien, la justicia, la fidelidad y el amor que nos pone en relación con Dios.
Jesús viene como salvador que nos rescata de la finitud de la muerte y del mal en todas sus formas. El encuentro con él es una alegre noticia, un mensaje de esperanza y de consuelo, pues significa que el pecado, el mal y la muerte han sido vencidos por Cristo y si viene es para hacernos partícipes de su victoria.
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