Los deportados de Israel soñaban con su liberación y su retorno a la tierra prometida. También imaginaban el día en que ya no habría penas ni enfermedades, es decir, los tiempos mesiánicos que fueron anunciados por el profeta Isaías (Primera lectura).
El sueño se hizo realidad con Jesús, que pasó curando todas las enfermedades y anunciando la Buena Nueva del Reino (Evangelio). Pero tendrán que transcurrir miles de años antes de que los tiempos mesiánicos lleguen a su plenitud.
Por eso, nos recomienda el apóstol Santiago (Segunda lectura), esperar con paciencia y con ánimo alegre la venida del Señor, así como a luchar activamente contra la desesperanza.
P. Claudio
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